BAJA CALIFORNIA 2004: ABSTENCIONISMO Y ALTERNANCIA PRIÍSTA
Presentación
El 1 º de agosto de 2004 se celebraron elecciones locales en la entidad fronteriza por excelencia: Baja California. Se trata del estado con el menor número de municipios y con la mayor concentración urbana: prácticamente la mayoría de sus ciudadanos viven en las ciudades. Desde su transformación en estado de la federación -16 de enero de 1952-, su cultura política puede ser caracterizada como bipartidista. PAN y PRI se han disputado las preferencias de la población. No es casual que en 1989 se inaugurara ahí la alternancia política mexicana, con el reconocimiento del triunfo de los candidatos del PAN a la gubernatura y en los municipios de Tijuana y Ensenada. Pero también, el PAN conquistó la mayoría relativa de las curules en el Congreso local , para conformar el primer gobierno dividido de la historia política mexicana. Nada sería igual desde esos años. La alternancia y, sobre todo, los gobiernos divididos, se convirtieron en la constante de la cultura política de la entidad. Sin embargo, en el municipio más grande -Tijuana-, desde la llegada al poder del PAN en 1989 no se había conocido la alternancia. Junto con la de León, Guanajuato, se trataba de la alcaldía nunca perdida por Acción Nacional. El otro reducto panista es el muncipio más joven de la entidad: Playas de Rosarito. Fundado el 30 de noviembre de 1995, su primera cita electoral fue en 1998. Desde entonces, el PAN ha ganado tres elecciones consecutivas. Por el contrario, la alcaldía que ha mantenido el PRI por mas tiempo desde la alternancia estatal, es la de Tecate. Salvo en el trienio 1992-1995, cuando triunfó el candidato panista, el partido tricolor se ha alzado aquí con la victoria en cuatro elecciones consecutivas.
Pero tal vez el dato más significativo sea el de la participación y la abstención electoral. Tanto en elecciones estatales como federales, los bajacalifornianos se han
venido absteniendo de acudir a las urnas. Inmediatamente después de la gran sorpresa de la alternancia en 1989, tanto en la elección federal de 1991, como en la local de 1992 aumentó sensiblemente la participación (77.9% y 80%, respectivamente). Sin duda: la revalorización del voto como medio para el cambio de gobierno se reflejó en ambas elecciones. Sin embargo, demasiado pronto cundió el desánimo por esta vía transformadora. Los ciudadanos decidieron irse quedando en casa en lugar de ir a votar. Para la elección local de 2001 se había llegado a un 65% de abstención, Y en la federal de 2003 alcanzó un nada honroso primer lugar nacional, con un 70%. En 2004 se volvería a repetir la baja participación: 65% en promedio para la elección de ese año. Es decir, sólo el 35% de los ciudadanos registrados decidieron o pudieron ejercer el sufragio, la más alta abstención para una elección estatal en la historia de la entidad.